"Tristeza contra Depresión¨Por
Patricia Gaviria
Articulo del 2014
El estado energético natural del
ser humano es de frecuencias positivas; allí donde nos sentimos vitales,
alegres, tranquilos, creativos y con una valiente disposición para enfrentar la
vida. Un estado esencial que nos conecta con las fuerzas del universo y nos
brinda sentimientos y pensamientos verdaderos.
Lastimosamente,
con frecuencia, nos vemos expuestos a condiciones que sacan nuestra energía de
su estado original, y bajan o deprimen su vibración en el sentido opuesto del
espacio energético: el de frecuencias negativas. Este proceso es completamente
natural de nuestra especie, como mecanismo de respuesta a los acontecimientos
que forman parte de la existencia.
En los
niveles del campo negativo, nuestras habilidades y emociones positivas se van
distorsionando, y, gradualmente, van apareciendo sensaciones poco agradables
como por ejemplo la tristeza. Ya sea una aflicción leve que oprime el corazón o
una fuerte pena difícil de sobrellevar, la tristeza es un modo de expresión
característico de todos nosotros cuando enfrentamos acontecimientos que van en
contra de nuestra lógica.
Ahora bien,
cuando nuestra energía permanece en los campos negativos por periodos
prolongados, no solo se da la tristeza en niveles muy intensos, sino que
también aparecen otra cantidad de manifestaciones como miedo, inseguridad,
inapetencia, susceptibilidad, desesperanza e irritabilidad, que nos van
haciendo perder el equilibrio mental y emocional. A todo este proceso, se le ha
dado el nombre de Depresión.
Hay algunos
campos que describen la Depresión como una afección o enfermedad; sin embargo,
hay que mirarla desde un punto de vista muy diferente.
Podemos
decir que la Depresión es una condición que ha formado parte del ser humano
desde sus orígenes. En los tiempos lejanos de la civilización Griega, ya los
filósofos dirigían sus mejores discursos a la “melancolía”. A través de la
historia cantidades de personajes han dado fin a sus vidas en momentos de
desesperanza, otros vivieron unas vidas turbulentas que llamaron existencialistas,
y algunos son recordados por haber muerto de tristeza, envueltos en grandes
penas de amor.
Una mala
alimentación, poca actividad física, un contacto con el sol casi nulo, malos
hábitos respiratorios, contacto con clima frio extremo y, sobre todo, unas
costumbres sociales y de pensamiento distorsionado, son los factores
principales para que nuestra energía se vaya consumiendo. Es por esto que en
sistemas sociales modernos, con horas de trabajo excesivas, en donde la gente
no alcanza a alimentarse bien ni a recuperar su aliento, fácilmente se van
desconectando de la fuente de vida y perdiendo el verdadero sentido de la
existencia; que en países que enfrentan estaciones de invierno fuerte, sus
habitantes bajen mucho su energía corporal y tiendan a manifestar cuadros
depresivos; que la mayoría de madres se suman en gran tristeza después de un
largo trabajo de parto que acaba con sus reservas energéticas; y qué los niños
forzados a pensar con conceptos morales errados comiencen a presentar
comportamientos lejanos de la verdadera naturaleza con que el universo les dio
vida.
Entonces,
podemos decir que la tristeza es parte de la Depresión… pero la Depresión no
debe volverse nuestro estado normal. Es natural y sano enfrentar la tristeza en
momentos que la justifiquen, y cualquier otro de los sentimientos que se
generan en los estados depresivos, pero nunca éstos se pueden mantener por
largo tiempo –ni siquiera en niveles leves– y mucho menos convertirse en una
manera de vida.
Debemos
adquirir hábitos diarios que empujen nuestras vibraciones energéticas de vuelta
a su estado esencial de frecuencia positiva. Aquellos que activen el cuerpo
como alimentos naturales, ejercicio rítmico, buena oxigenación e hidratación;
que estimulen la mente como juegos matemáticos, escritura, pintura,
manualidades o radio–meditación; y que eleven el espíritu como la
auto–comunicación y el recogimiento.
El ser
humano fue creado para vivir en bienestar. Fuimos enviados con herramientas
sencillas e innatas que regocijan nuestro ser y nos mantienen conectado con la
esencia creadora. Está en nuestras manos el utilizarlas y poder seguir el
camino evolutivo con alegría, plenitud, armonía y equilibrio.